Niños hiperactivos ¿cómo reconocerlos?

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 Los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) vienen definidos por la presencia de tres síntomas fundamentales:

  1. Hiperactividad.
  2. Disminución de la atención.
  3. Impulsividad.

¿Cómo se reconoce la hiperactividad?

Los niños con hiperactividad están en movimiento constante y tienen muchas dificultades para permanecer sentados durante mucho tiempo. Tienen dificultades para regular su nivel de actividad. Durante la clase se levantan, hablan… y aunque no se muevan, dicen que se sienten inquietos o nerviosos.

¿Cómo se reconoce la inatención?

Tienen muchas dificultades para realizar una actividad durante mucho tiempo, se aburren enseguida y empiezan a pensar en otras cosas. Tienen que hacer un esfuerzo extra para terminar acciones rutinarias y mantenerse organizados, se distraen fácilmente ya que cualquier estímulo o situación que se cruce por su camino les hace olvidarse de lo que estaban haciendo.

Cambian continuamente su foco de atención, sin alcanzar nunca un objetivo final. Cometen errores por no prestar atención a los detalles, no mantienen la atención en tareas largas, parece que no escuchan, tienen dificultad para completar órdenes complejas (dejan las cosas a medias), evitan acciones que requieren esfuerzo mental (dejan los deberes siempre para el final), son desorganizados, pierden cosas, son olvidadizos y se distraen con facilidad.

¿Cómo se reconoce la impulsividad?

Se presentan dificultades para inhibir o modular sus respuestas o reacciones inmediatas ante situaciones. No piensan en las consecuencias de sus actos y directamente hacen o dicen lo primero que piensan. Hacen comentarios inapropiados sin pensar en la reacción de la otra persona. No tienen diálogo interior, no valoran las posibilidades, simplemente actúan y luego sufren las consecuencias. Además, a pesar de sufrir las consecuencias, no aprenden, y más adelante se vuelven a dejar llevar por la primera cosa que se les ocurre.

¿Es mi hijo hiperactivo o simplemente travieso?

A menudo llegan a la consulta padres preguntándose si su hijo es muy movido o travieso o si tiene TDAH. Todas estas características no indican más que la normalidad. Por lo tanto, si nuestro hijo no es capaz de centrar su atención durante un par de minutos en una tarea, si es impulsivo o no para quieto de un sitio para otro, no podemos concluir que sea hiperactivo, sino que se trata de un niño que cumple con las características propias de su etapa de desarrollo. No obstante, si estos rasgos se siguen manteniendo en un niño que está en los primeros cursos de Educación Primaria, se aconseja que sea evaluado por un profesional. Esto no quiere decir que nuestro hijo vaya a ser diagnosticado de TDAH, pero sí necesite aprender ciertas estrategias de autorregulación.

¿Cuál sería el tratamiento psicológico en el caso de ser diagnosticado de TDAH?

La terapia va encaminada a disminuir las consecuencias negativas producidas por el trastorno y propiciar una mayor calidad de vida. Dentro de las intervenciones que se pueden llevar a cabo se encuentran:

  • Terapia cognitivo-conductual.
  • Técnicas de autocontrol.
  • Estimulación cognitiva.
  • Técnicas de resolución de problemas.
  • Entrenamiento en habilidades sociales.
  • Intervención con padres y familiares.

Qué pueden hacer los padres

  • Definir reglas claras de consecuencias y premios para ciertos comportamientos.
  • Ayudar al niño a terminar una tarea o encargo dividiéndolo en pasos menores.
  • Aumentar la estructura y el orden en casa.
  • Establecer rutinas estables y predecibles para organizar el tiempo.
  • Eliminar ruidos y distracciones.
  • Modificar su conducta.

 

Laura Rodriguez. Psicóloga Infanto-juvenil en Altea Salut

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