Nuestro cerebro está constituido por una red nerviosa de neuronas que se conectan entre sí para procesar la información de lo que pensamos, sentimos y recordamos y poder transmitirla por medio de las sinapsis.
En la Enfermedad del Alzheimer, se produce una demencia progresiva y degenerativa que va disminuyendo el número de sinapsis y destruyendo esa red nerviosa hasta llegar al punto en que el cerebro no puede asimilar de forma adecuada la información que le llega del entorno.
Esta disfunción cerebral origina una profunda disminución de la capacidad intelectiva en los individuos que la padecen, que presentan predominante trastornos de la memoria y la orientación espacial.
La ETIOLOGÍA del Alzheimer es desconocida pero se origina con más frecuencia en personas con antecedentes familiares y con edad avanzada, por lo que es una de las principales causas de discapacidad y
dependencia de las personas mayores.
Sus síntomas afectan principalmente a las funciones cognitivas, como la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el lenguaje y el juicio; generándose por tanto una disminución de las capacidades intelectuales. Además, hay presencia de cambios psicológicos y de comportamiento en las personas que la padecen que producen también una alteración de sus capacidades sociales y laborales.
Los SIGNOS y SÍNTOMAS frecuentes en la EA se pueden clasificar en cinco grupos:
- Memoria: olvidos, repetición de preguntas e historias, pérdida de objetos o colocación de objetos en lugares erróneos y distorsiones de la memoria.
- Lenguaje: dificultades para encontrar palabras, pausa en las frases y sustituciones de palabras por otra errónea o más simple.
- Habilidades Visoespaciales: dificultades para aprender una ruta nueva o confusión y desorientación en lugares familiares.
- Razonamiento y juicio: Toma de decisiones erróneas, dificultades de planificación y ejecución de actividades sencillas.
- Síntomas psicológicos y conductuales: puede haber presencia de apatía, depresión, ansiedad, irritabilidad y delirios.
Esta enfermedad consta de varias fases en su desarrollo:
Primera Fase: El paciente olvida algunas cosas, y cuando se da cuenta de ello se angustia e intenta disimularlo. A su vez, empieza a tener dificultades para expresarse y construir frases con fluidez. También presenta problemas para realizar tareas habituales y por momentos puede desorientarse en tiempo y espacio. Puede haber alteraciones en su personalidad y cambios de humor.
Segunda Fase: El paciente olvida sucesos recientes, no comprende hechos nuevos y comienza a desconocer a sus familiares y a tener alucinaciones. Pierde gran parte de su vocabulario y le resulta muy difícil expresarse con coherencia. No puede realizar tareas simples, ni ir sólo a lugares debido a que se desorienta y puede perderse.
Puede presentar ira, enojo o sumisión y dependencia. En esta fase de la enfermedad, la familia cumple un papel fundamental, ya que debe adaptarse a la nueva situación. Esto implica prestar especial atención a todas las necesidades tanto físicas como afectivas del paciente.
Tercera Fase: El paciente no reconoce a nadie, como así tampoco habla ni entiende lo que se le dice y está totalmente desorientado en tiempo y espacio. Presenta una inactividad casi total y permanece sentado o tumbado. Le cuesta tragar los alimentos y no controla esfínteres.
El TRATAMIENTO de la enfermedad del Alzheimer se trata de una combinación de tratamiento farmacológico y no farmacológico. Los tratamientos se realizan a través de la terapia farmacológica y de la rehabilitación de las funciones cognitivas superiores.
Se considera importante aclarar que no existen tratamientos curativos de la enfermedad de Alzheimer, sino que se busca detener el progreso del cuadro.
Tratamiento Farmacológico: El tratamiento tiene por objetivo administrar fármacos que ayuden a que las neuronas funcionen con mayor eficiencia y de esa manera compensar la pérdida continua de células cerebrales que genera la enfermedad de Alzheimer. Además, también puede ser necesario administrar fármacos para el insomnio y los síntomas depresivos, ansiosos o psicóticos, como lo son las alucinaciones y los delirios que pudieran aparecer en los pacientes.
Tratamiento no farmacológico: Las medidas no farmacológicas para tratar los síntomas del Alzheimer están dirigidas a mantener las funciones cognitivas del paciente. Es decir, tratar sus problemas de conducta, disminuir su dependencia y reforzar el núcleo familiar para mejorar la calidad de vida del paciente y de sus familiares y cuidadores.
Intervenciones no farmacológicas en síntomas del Alzheimer:
- Orientación a la realidad: Implica la presentación de información relacionada con la orientación que incluyen, el tiempo, el espacio y la persona. Esto puede proporcionar a la persona una mayor comprensión de aquello que lo rodea y producir un aumento de la sensación de control y de autoestima del paciente.
- Reminiscencia: consiste en traer a la conciencia las experiencias pasadas y los conflictos sin resolver.
- Ayudas externas de la memoria: libros de notas, diarios, agendas, listas, pizarras y calendarios son una estrategia útil en la rehabilitación neuropsicológica para mantener la funcionalidad de los pacientes. Es importante mantener estos recordatorios siempre en el mismo lugar.
- La activación cerebral, la gimnasia mental, el entrenamiento cognitivo y los hábitos de aprendizaje (usando la memoria procedimental) permiten a los pacientes con enfermedad de Alzheimer, incluso moderada, a mejorar su funcionalidad.
- Musicoterapia: la música puede ser de utilidad en todos los estadios de la enfermedad, teniendo en cuenta el ritmo y la coordinación, como así también los juegos de activación física y del esquema corporal.
- Las actividades sociales y cognitivamente estimulantes.
- La estimulación psicomotriz y el ejercicio físico pueden estimular el desarrollo de neuronas nuevas en el hipocampo y mejorar la función cognitiva y además tiene efectos positivos sobre la salud cardiovascular y el estado de ánimo.
Existe evidencia científica que demuestra que tener hábitos saludables puede ayudar a reducir el riesgo de padecer demencia en la vejez; por ello os animamos a que llevéis un estilo de vida saludable.