¿Has tenido alguna vez una contractura?
Seguro que sí. ¿Sabes qué es exactamente?
Como su propio nombre indica, se trata de una contracción continuada e involuntaria de un músculo y de sus fibras, que provocan dolor y una alteración de su funcionamiento habitual. Esa contracción continuada impide que el oxígeno que es transportado por la sangre llegue a las células musculares y se van acumulando toxinas, lo que hace que las terminaciones nerviosas del músculo envíen señales al cerebro provocando dolor.
¿Qué pueden causarlas?
- Mala Postura: durante el día a día son darnos cuenta, adoptamos posturas que nos llevan a tener durante horas le cuerpo en una posición forzada o incorrecta.
- Sedentarismo: la inactividad debilita la musculatura y la hace más propensa a sufrir este tipo de contracciones ya que el músculo no está lo suficientemente preparado pare llevar a cabo un esfuerzo no habitual.
- Estrés: nos provoca tensión, tanto mental como física.
- Deporte: cuando realizas un gesto inapropiado.
¿Cómo podemos prevenir que aparezcan?
- Un calentamiento previo a la actividad física que se va a llevar a cabo. De esta forma, el músculo estará preparado para llevarla a cabo.
- Realizar cambios en la postura cada cierto tiempo.
- Realizar estiramientos cada dos horas durante 2-3 minutos.
- Beber suficiente agua y de forma regular durante todo el día.
- Seguir una dieta equilibrada.
- Evitar el estrés y dormir las horas necesarias de sueño.